La eyaculación femenina, esa gran desconocida
Afinando el órgano
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“¿Existe la eyaculación femenina o es un mito urbano? Si existe, ¿cuál es la explicación fisiológica? Y más importante: ¿cómo alcanzarlo?”
Efectivamente, aún a día de hoy, sigue existiendo la duda de si la eyaculación femenina existe a pesar que ya Aristóteles habló de ello e incluso Freud llegó a afirmar que “el jugo del amor” era otro síntoma de histeria (¡otro más!). Pero como todo lo referente a la sexualidad, se ha mantenido en círculos íntimos. El desconocimiento ha llegado a tal punto que algunas mujeres fueron intervenidas quirúrgicamente porque se pensaba que tenían pérdidas de orina durante la excitación y el orgasmo.
Las responsables de la eyaculación son las glándulas de Skene, que producen un líquido compuesto por glucosa, fructosa y fosfata ácida prostática que se expulsa por la uretra
Estas “pérdidas de orina” no son tales puesto que la expulsión de fluido (de cantidad variable) que acompaña a algunas mujeres durante el orgasmo y es expulsado a través de la uretra, es la eyaculación femenina. Así pues, la eyaculación femenina existe y la mayoría de las mujeres pueden disfrutarla. Tal vez lo estéis haciendo ya sin ser conscientes de ello. Me explicaré desde el principio:
Las responsables de la eyaculación femenina son las glándulas de Skene y forman parte de la próstata femenina. La próstata femenina se encuentra situada a lo largo de la uretra envolviéndola. Mide aproximadamente 4 cm de longitud, el mismo tamaño que el hueso del pubis, y 1,9 cm de ancho. Dichas glándulas se localizan en la pared anterior de la vagina, alrededor del orificio externo de la uretra, cerca de donde se sitúa la Zona G (de la que hablaremos en otro artículo). Según las casi inexistentes investigaciones, el 80% de las mujeres las posee, conformando así la próstata femenina cuyas funciones siguen siendo investigadas.
¿Qué por qué no lo tienen todas las mujeres? Porque es una zona residual. Durante la gestación, todas las personas somos niñas y, a partir de ahí, seguimos desarrollándonos como tales o como niños. Pensamos que los sexos son muy diferentes, pero las diferencias son mínimas. Así, el tejido prostático puede desarrollarse en la mujer aún sin tener, aparentemente, una función definida. Y digo “aparentemente” porque está claro que una función tiene, ¿no te parece? Aunque, ¿quién sabe? Tal vez en unos años las investigaciones llegan a una conclusión porque hasta ahora poco se sabe de esta zona. Lo que sí se sabe es que estás glándulas de Skene secretan líquido prostático que es expulsado mediante las contracciones del orgasmo o cuando están llenas. El líquido expulsado es variable, pudiendo ir de unas gotas a unos chorros, y está compuesto por glucosa, fructosa y fosfata ácida prostática. Por ello al principio comentaba que tal vez eyaculéis sin ser conscientes de ello.
Al actualizarme buscando datos sobre el tema, he encontrado información a menudo confusa. Y no he podido más que cabrearme ante tal despreocupación con respecto a la sexualidad y, en concreto, la de la mujer. No hay más que ver que cuando surge algún descubrimiento (léase multiorgasmo, punto G, eyaculación femenina, etc.) se habla mucho, pero se sabe e investiga poco. Y una de las razones es porque estos descubrimientos tratan sobre la sexualidad y el placer, y no únicamente sobre la reproducción. En esta búsqueda de información y acumulación de asombros, he encontrado varias cosas que me han resultado bastante curiosas:
Llama la atención el empeño en comprobar si es orina o no. Asociarlo a una disfunción ha llevado a muchas mujeres a inhibir ese proceso natural
Me llama poderosamente la atención el empeño en comprobar si la eyaculación femenina era o no orina. Todas las investigaciones que he encontrado (que han sido pocas, también hay que decirlo, y no por falta de búsqueda precisamente), no se proponían analizar qué componentes contiene la eyaculación femenina, que habría sido un buen punto de partida, sino que la hipótesis a comprobar era si el fluido expelido durante el orgasmo era orina. La posibilidad de que pueda ser orina parece ser de suma importancia. Con ello volvemos a la misma mecánica de siempre: si aparece algo que no conocemos y encima se disfruta, se intenta asociar a una disfunción. Y, como ya sabemos, en Occidente nos gusta estudiar todo lo que tenga que ver con enfermedad en vez de investigar porqué una persona se mantiene sana. Si algo escapa de nuestro entendimiento, nos centramos en qué es lo que no encaja en vez de disfrutarlo sin más.
Como comentábamos antes, hubo mujeres que llegaron a ser intervenidas quirúrgicamente porque pensaban que tenían pérdidas de orina durante el orgasmo. Todo ello viene por el desagrado aprendido hacia los fluidos corporales femeninos. Y, si hablamos de orina, ya se acaba el mundo. No creo que cuando se vio al hombre eyacular por primera vez fuese todo el mundo a por sus aparatos quirúrgicos para comprobar si era o no orina. Y todo ello conlleva que muchas mujeres vivan una reacción placentera de una manera trágica, llegando a inhibir un proceso natural del cuerpo.
Se puede producir estimulando el clítoris, pero para muchas funciona mejor estimular la Zona G.
Por otra parte, se asocia la eyaculación femenina con el Punto G pero no son necesariamente lo mismo. La eyaculación se puede producir estimulando el clítoris o cualquier otra parte del cuerpo que pueda desencadenar un orgasmo. A muchas mujeres les resulta más accesible mediante la estimulación de la Zona G (situada en la pared anterior de la vagina con la extensión de una falange del dedo aproximadamente) porque, al presionar la zona, las glándulas de Skene también son presionadas estimulándolas directamente y provocando la eyaculación.
Hablando de asociar, también se asocia la eyaculación al orgasmo, pero no necesariamente van unidos. Se puede producir la eyaculación al presionar la musculatura pélvica, o bien al dar a luz, o bien cuando las glándulas de Skene se llenan; sólo que en estos casos se asocia a pérdida de orina, pero puede no ser así puesto que no tiene el mismo olor, es casi inodora, trasparente y con un ligero sabor salado.
Se puede facilitar relajando la musculatura de la vagina al notar las contracciones del orgasmo. Si te entran ganas de orinar, date permiso y disfruta, porque esa es la sensación que precede a la eyaculación
Y, por supuesto, también he encontrado comparaciones de qué orgasmos son más potentes que otros, volviendo a delimitar lo que es bueno, malo y mejor. Hay que distinguir entre la sensación física del orgasmo y la sensación subjetiva del mismo. Así pues, no se puede determinar qué orgasmo es mejor o peor, porque para lo único que sirve es para frustrar a toda aquella persona que crea estar fuera de lo “normal”. Y cuando aparece la palabra normal, estamos a una L de convertirlo en norma.
Si no te has dado cuenta de que has eyaculado, plantéate la posibilidad y prueba a darte permiso a tí misma para disfrutarlo. Haz memoria: ¿no te ha pasado nunca que, cuando estabas excitada, te entraron unas ganas de orinar tremendas? Y, en ese caso, ¿qué hiciste? Muchas mujeres optaron por cambiar de estimulación, llegando a perder la sensación e inhibiendo así la posible expulsión de la eyaculación por miedo a orinarse, puesto que dicha sensación es la que precede a la eyaculación. Es en este momento cuando tienes que darte permiso, relajarte y disfrutar del momento. Una manera de facilitar la aparición de la eyaculación femenina es abriendo o relajando la musculatura de la vagina, en el momento en que notes las contracciones del orgasmo, como cuando hacemos pis, y facilitar así la salida del líquido.
Otra de las pocas teorías que existen explica que, si no se eyacula externamente, puede producirse la eyaculación retrógrada; es decir, la eyaculación se redirige hacia la vejiga donde será expulsada posteriormente junto a la orina. De ahí la sensación de muchas mujeres que, aún habiendo orinado antes de mantener relaciones sexuales genitales, sienten la urgencia de ir a orinar cuando dan por acabada la relación o tras el orgasmo.
Tras este reencuentro con la información existente sobre la eyaculación femenina, me encuentro con sentimientos encontrados. Por un lado, sigue entristeciéndome ver cómo todo lo referente a la sexualidad como equivalente al placer y no unido a la reproducción, se mantiene oculto y bajo una sombra de disfunción. “¡El placer por el placer es egoísta!”, nos transmiten. En cambio, me alegra observar que cada vez se visibilizan más las diferentes opciones de disfrute. ¡Disfrutemos de cada palmo de nuestro cuerpo, oculto hasta ahora bajo las ropas de la culpabilidad!
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