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Sesos revueltos

"Primeros materiales para una teoría de la jovencita"

"Primeros materiales para una teoría de la jovencita"

“Nuestra disposición a deshacernos en relación con otros constituye la oportunidad de llegar a ser humanos . Que otro me deshaga es una necesidad primaria, una angustia, claro está, pero también una oportunidad: la de ser interpelada, reclamada, atada a lo que no soy, pero también movilizada, exhortada a actuar, interpelarme a mí misma en otro lugar y, de ese modo, abandonar el “yo” autosuficiente considerado como una especie de posesión.” Judith Butler ( Dar cuenta de sí mismo, violencia ética y responsabilidad )

Este libro de Acuarela Libros tiene la virtud de llegar en un momento idóneo. Si algo ha puesto en evidencia la crisis del capitalismo salvaje es lo que Richard Sennett vaticinaba en 1998 al final de La corrosión del carácter : "Un régimen que no proporciona a los seres humanos ninguna razón profunda para cuidarse entre sí no puede preservar por mucho tiempo su legitimidad".

Primeros materiales para UNA TEORÍA DE LA JOVENCITA es una crítica feroz de cómo un sistema basado en el mercado ha colonizado lo más íntimo e idiosincrásico del ser humano: la subjetividad, lo íntimo, las emociones, las pulsiones, el deseo singular, la misma capacidad de amar. El control de los ciudadanos ya no se ejerce desde un “afuera”, sino desde dentro de los propios seres humanos, que asumen el control de sí mismos para adaptarse a un deseo expropiado: la publicidad y la ciencia médica nos dicen en qué consiste biológica, genética y socialmente el amor, y el mercado nos lo vende para que lo consumamos. Se trata de la interiorización de la lógica capitalista en lo que parecía un reducto inconquistable de “autenticidad”, de rebelión contra el poder social.

La figura de “la Jovencita” encarna este deseo expropiado, alienado. A Tiqqun no le interesa describir quiénes son los sujetos que se adaptan a este modelo ideal de individuo, sino las prácticas que consisten en lo que ellos llaman el “proceso de jovencitización” o el convertirse en Jovencita: el deseo ensimismado, el deseo vacío, el deseo indiferente al otro, cuerpos reducidos a meros continentes que no conectan con su “intimidad” ni con la de otro. La Jovencita no está necesariamente adscrita a un cuerpo de mujer -aunque algunos de sus rasgos se asocien paradigmáticamente a la “feminidad” y por esto quizá sus autores hayan convenido en elegirla-, porque que todos somos consumidores de formas de vida atractivas (productos de marketing), nos obsesionamos por la juventud y la salud, nos esforzamos por adaptar el propio cuerpo a los cánones de belleza y a los usos amorosos de nuestra época, nos desvelamos por nuestra apariencia, odiamos la soledad y rechazamos lo que hay de trágico el ser humano (siempre hay que pensar positivamente), tememos al compromiso, pues esto implica la renuncia y el cierre de otras oportunidades, tememos el encuentro con lo diferente y singular (lo que no se adapta a la garantía de lo conocido), vivimos en la inmediatez y redefinición permanentes, etc.

Aunque el asunto de este libro tiene precedentes históricos (el análisis del narcisismo consumista y de la sociedad del espectáculo, la crítica feminista al poder que se extiende hasta lo privado), su interés o su novedad radica en que no es un ensayo sociológico al uso. Con un lenguaje abstracto entre lo poético y lo filosófico, que alterna el tono grave con el irónico y en ocasiones humorístico, no se propone analizar con detalle las condiciones sociales e históricas en que uno se convierte en un cuerpo-valor de cambio y tampoco sigue un discurso lineal. Escrito con citas dispersas de diversa procedencia (desde autores como Klossowski, Gombrowicz o Proust, hasta artículos de revistas femeninas, pasando por reflexiones de cosecha propia), configura una especie de prisma que desde sus distintas caras describe de forma sugerente cómo la Jovencita experimenta cotidianamente lo que los autores llaman la “nuda vida”: la vida vacía, la vida sin sentido porque nunca se compromete con nada, nunca se detiene auténticamente en nada fuera de sí misma .

La Jovencita es una “modesta empresa de depuración” de todo lo que no contribuye a la circulación del deseo mercantil vendible: la negatividad, la soledad, la enfermedad, la fealdad, el peligro, el compromiso, la muerte… Sin embargo, si, como afirman sus autores, “lo que le queda de humanidad es la causa de su sufrimiento” -una imperfección, por tanto, que también hay que erradicar-, ahí podría residir también la posibilidad de resistencia: “Sólo en el sufrimiento es amable la Jovencita. Salta a la vista aquí una potencia subversiva del trauma”. El sufrimiento puede interpretarse entonces como un síntoma de lo que no se adapta, aquello que “deshace” la fantasía de ser sujetos omnipotentes.

Cómo se convierte uno en objeto de deseo tiene que ver también con los “afectos estándar”, con lo que se supone que debemos sentir, cómo se supone que debemos preparar a nuestros cuerpos, moldearlos para que tengan una vida afectiva y sensual adecuada. Esta es, fundamentalmente, la segunda parte del libro titulada “Hombres-máquina: modo de empleo”, una ampliación del concepto de Jovencita. Los hombres-máquina son autómatas emocionales que responden al dictado de la nueva ciencia médica, de corte biologicista-determinista: “vosotros, vuestras alegrías y vuestras penas, vuestros recuerdos y vuestras ambiciones, vuestro sentido de l a identidad y del libre albedrí o, todo esto no es en realidad más que el comportamiento de una vasta reunión de células nerviosas y de las moléculas que están asociadas a ellas. Como habría podido formularlo la Alicia de Lewis Carrol: “¡usted no es más que un paquete de neuronas!” . Esta ideología científica dictamina que el amor es una “simple reacción química” y ofrece prótesis para nuestro s cuerpos desfalleciente s (como por ejemplo el viagra): “La humanidad futura debe ser funcional y funcionar en todos sus aspectos, incluso si a veces opone resistencia. Cada disfunción representa una falta de eficacia que debe ser corregida. Empalmarse cuando toca o desaparecer”.

Se trata de una ciencia médica que ha ocupado el lugar de la vieja moral para convertirse en un “moralismo fisiológico de masas”: “todos bellos, todos bio”. “El Biopoder está disponible en cremas, píldoras y aerosoles”. “He aquí el tiempo de la farmacología cosmética”. Es un deber moral estar sano, si uno no cuida de su cuerpo y enferma será porque lo habrá querido y deberá responsabilizarse individualmente de su enfermedad. De nuevo la ilusión del individuo autosuficiente y omnipotente que nos vende la publicidad (como si no nos enfermara el aire que respiramos, la comida que tomamos o los trabajos que desempeñamos). Sin duda, las nuevas reformas sanitarias irán por este camino, encarnando una suerte de “darwinismo social-mercantil” en el que sobrevivirán los fuertes. “Habrá de un lado la comunidad de «sanos» y del otro lado los «enfermos». Prestando atención al Nietzsche más dudoso, la primera huirá de la segunda como de la peste.”

Los cuerpos convertidos en mercancías, repite Tiqqun. El “yo” -afectos, pulsiones, deseos- considerado como propiedad, expuesto en un escaparate e intercambiado por otra “cosa” que conserve o aumente mi posesión. “El hombre convertido en cosa considera sus sensaciones con un curioso desapego: nada le pertenece exceptuando las cosas y solamente puede desear las cosas, o a los otros en la medida en que ellos mismos son cosas”. Sin embargo, lo que caracteriza la humanidad que hay en nosotros es la capacidad de que lo desconocido, de que lo otro, lo distinto, nos cuestione y nos “deshaga” -como dice Butler en la cita con la que comenzaba este texto-, con el riesgo, la angustia, el sufrimiento que eso implica para nuestro “yo soberano”, pero también como una oportunidad que nos moviliza, nos cuestiona y nos cambia.

Este ensayo es sobre todo una crítica a esas formas de vida sometidas, mecanizadas. Solo en las últimas páginas se hace un llamamiento a la emancipación de nuestros “cuerpos deseantes” para “comenzar a concebir la posibilidad de comunidades ”. “La comunidad (…) significa: realizar el potencial de insurrección y de invención de los mundos subyacentes a todo vínculo verdadero entre seres humanos”. Quizás lo que se echa de menos en el libro es el desarrollo de la idea de estas comunidades posibles, la descripción, en paralelo a la crítica de las figuras de la Jovencita o de los Hombres-máquina, de experiencias liberadoras de vínculo y deseo, de otras formas de relación entre los seres humanos, por eso el carácter de denuncia se hace, en ocasiones, difícil de asumir. No obstante, es precisamente la claridad con que perfila el comportamiento cotidiano de ese “estar en el mundo sin estar” (que por cotidiano pasa desapercibido, oculto bajo una “normalidad” acrítica) y la ligereza del discurso hecho a base de fragmentos lo que invita a seguir con la lectura y lo que constituye su mayor acierto.

Cada sociedad construye o perfila a los ciudadanos ideales capaces de vivir en ella ejerciendo una cantidad menor o mayor de violencia sobre los sujetos para que se adapten a ella. La violencia que se ejerce en la sociedad del “capitalismo cool” (como lo denominan algunos) no viene dada tanto por las armas o por la imposición de normas sociales represivas, como por la seducción. Si en el capitalismo de las finanzas es el valor abstracto el que se pone en circulación permanente y no tanto el dinero concreto y real que podemos contar en nuestros bolsillos, en las relaciones humanas los seres humanos solo lo son en tanto que portadores de una serie de valores que una sociedad basada en el consumo favorece y premia, cuerpos convertidos en monedas de cambio, todos iguales bajo la apariencia de “marcas distintas”. Ya no se trata solo de que consumamos un producto, sino de moldear nuestras emociones, nuestras reacciones, nuestras decisiones, codificándolas como “adecuadas” e “inadecuadas” para cosificarnos como formas de vida que, paradójicamente, se nos pretende vender. Pero cuando el sufrimiento que esa violencia silenciosa y cotidiana ejerce se hace insoportable, cuando escuchamos al ser humano que grita bajo esas “máscaras sin rostro”, que ya no quiere hablar más “a través de la voz de otros”, cuando la palabra y el cuerpo se reconcilian, ahí comienza la libertad.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=147808

Maternidad, paternidad y conciliación en la CAE

Maternidad, paternidad y conciliación en la CAE

Necesitamos una revolución ideológica, una revolución de la ideología de los roles actuales de género de nuestra cultu­ra, una revolución en los conceptos de la identidad de género. (…) La tendencia de los hombres a dejarse crecer el pelo y de las mujeres a llevar pantalones no significa que ambos estén abdicando de sus estereotipos de género. Sólo significa que los hombres se están dejando crecer el pelo y que las mujeres llevan pantalones.

Ann Oakley, Housewife


Maternidad, paternidad y conciliación en la CAE ¿Es el trabajo familiar un trabajo de mujeres?

Raquel Royo Prieto

http://www.emakunde.euskadi.net/u72-20010/es/contenidos/informacion/pub_publicaciones/es_def/adjuntos/6904-maternidad.pdf

 

INTRODUCCIÓN  

Mi madre no trabaja, contestó sin dudarlo una adolescente que entre­visté hace unos años. Ella se encarga del tema de la casa —continuó ex­plicándome— compra, cocina… todo, todo lo que se necesita en casa… lavar y planchar la ropa, fregar, cuidar a mis hermanos... Lo que te decía, como no trabaja, ella es la que se encarga de estas cosas.

Esto no sería más que una anécdota si no revelase el carácter marginal que tiene el trabajo doméstico y de cuidados en nuestra sociedad, en parte porque se considera un «trabajo de mujeres» (Coltrane, 2000: 1208-1209). Invisible y desprovisto de la consideración de auténtico trabajo (Giddens, 2002: 507-508), constituye una actividad que se encuentra entre los ni­veles más bajos de aprecio social. Sin embargo, la existencia humana no sólo depende de la producción material, sino de múltiples actividades ruti­narias que nos proporcionan alimento, vestido, protección y cuidado. Este trabajo, desempeñado generalmente en el marco de las familias, es tan im­portante para el bienestar y para la supervivencia de la sociedad como el trabajo remunerado de la economía de mercado. Por ello, en la era de la economía transnacional y de Internet:

 

El trabajo doméstico sigue siendo fundamental, aunque nunca haya sido concebido como trabajo o haya sido designado con «el trabajo del amor», que se hace, aparentemente, sin ningún desgaste personal. En realidad, ese tipo de trabajo doméstico, y su utilidad social es uno de los secretos mejores guardados de la sociedad (Subirats, 1993: 300-301).

Todas las personas —«nacidas de mujer», como dice Adrienne Rich—, compartimos la experiencia de haber sido cuidadas. El empresariado, la Administración y la Universidad a menudo olvidan esta realidad que en­vuelve nuestros recuerdos y marca nuestro presente, ya que, sin duda, no hubiéramos podido ser lo que somos sin el trabajo de quienes nos cuida­ron. Parte fundamental de nuestras vidas, el cuidado constituye el sustento de la vida humana y la condición de posibilidad de la sociedad misma y, por tanto, merece toda nuestra atención.

El hecho de que un trabajo imprescindible para vida, como el trabajo reproductivo1, ni siquiera se identifique como trabajo no es en modo al­guno casual. Conviene recordar que los conceptos que manejamos en la vida cotidiana —y en las Ciencias Sociales— no son meras definiciones neutras que reflejan la realidad como si de un espejo se tratase. Al con­trario, los conceptos son constructos sociales e históricos. Profundicemos un momento en el alcance de esta afirmación. En primer lugar, si los con­ceptos son construcciones no podemos referirnos a ellos como si fueran concepciones naturales e inmutables, antes bien, se trata de nociones no exentas de arbitrariedad. En segundo lugar, el origen de tales construccio­nes es social, es decir, tienen un significado más o menos compartido por los individuos de una determinada sociedad. En tercer lugar, los concep­tos son históricos en un doble sentido. Por un lado, se han gestado y han evolucionado a lo largo de la historia y, por otro, poseen un determinado significado en un momento histórico concreto.

Existe un cuarto elemento implícito, ya que estas construcciones con­ceptuales no se han producido en un vacío, sino en un contexto sociohis­tórico atravesado por el poder y, por tanto, los conceptos creados están modelados desde ese poder o status quo. Sin embargo, esto no siempre es fácil de detectar en la vida cotidiana ni en el ámbito científico, ya que un mecanismo típico de las ideologías hegemónicas en Occidente consiste en presentar como naturales las relaciones sociales de poder (Osborne, 1993: 73), y esto es especialmente relevante al tratar sobre las relaciones de género y, concretamente, sobre conceptos que han sido tan naturaliza­dos como «lo doméstico» y «la maternidad». De esta forma se induce a

1 El trabajo reproductivo comprende el conjunto de trabajos domésticos y de cuidados necesarios para el mantenimiento de las personas.

 

pensar que la feminidad y la masculinidad, la maternidad o la paternidad es algo dado, cuando en realidad lo que es deseable en una mujer o un hombre, en una madre o un padre varía considerablemente según la socie­dad y el momento histórico.

Por tanto, para abordar el estudio del trabajo familiar es importante comprender que los conceptos con los que pensamos en él —la materni­dad, la paternidad, lo doméstico, el trabajo, etc.— son en sí mismas cons­trucciones culturales e ideológicas, atravesadas por el poder y producto de un determinado desarrollo histórico. En concreto, las concepciones que acabamos de señalar nos remiten a la división tradicional del trabajo, se­gún la cual a las mujeres se les atribuye el trabajo reproductivo, es decir, el trabajo doméstico y la crianza, mientras que a los hombres les corres­ponde la provisión económica de la familia y el ejercicio de la autoridad. Este modelo, al que solemos denominar «la familia tradicional», no cons­tituye una categoría universal y transhistórica, sino que alude a una forma específica y unívoca de relaciones de género que se impuso en la última fase de la industrialización2. Así, de acuerdo con el ideal victoriano de las esferas separadas, el mundo exterior es «masculino» y el doméstico, «femenino», tal y como corresponde a las características esencialmente distintas, contrapuestas y complementarias que se suponen en mujeres y hombres. En este esquema, la mujer, esposa y madre, es el ángel del ho­gar, el eje de la familia y la guardiana de las buenas costumbres; en defi­nitiva, un ser doméstico, delicado, dependiente de la protección de un pa­dre o un marido (McDougall, 1984: 91) que se considera, además, como ser asexual, siendo su impulso a la maternidad análogo al impulso sexual del varón.

Los hombres, por su parte, «son quienes trabajan» para sostener a la familia3. En este sentido, durante la industrialización no sólo se configu­ra la dicotomía entre el ámbito público y el doméstico, sino que se gesta el concepto de trabajo y se equipara a empleo (Carrasco y Mayordomo, 2000: 102) —es decir, a la actividad pública, definida, considerada social­mente útil, que obtiene una remuneración medible y optimizable (Gorz, 1997: 26, 36)—. Tal y como señala Gorz:

2 El modelo de marido proveedor y de mujer como guardiana moral no se perfiló de forma clara hasta el siglo XIX (Scott y Tilly, 1984: 58).

3 Aunque numerosas mujeres de clase baja continuaron trabajando para garantizar su supervivencia y la de sus familias —siendo fundamental su contribución económica—, su papel principal socialmente definido se circunscribía a las funciones propias de su sexo. En este sentido, conviene destacar que, a pesar de que la doctrina de las esferas separadas caló en la clase baja, lo hizo más como un ideal o una aspiración que como una realidad (Coontz, 2005: 168-169), ya que estas mujeres traspasaban la frontera entre la esfera pú­blica y privada.

 

Lo que nosotros llamamos trabajo es una invención de la moderni­dad. La forma en que lo conocemos, lo practicamos y lo situamos en el centro de la vida individual y social fue inventada y luego generalizada con el industrialismo (Gorz, 1997: 25).

De esta forma, el hogar y la maternidad se configuran como refe­rente fundamental de la feminidad —y el trabajo doméstico como un «no-trabajo»—, mientras el trabajo definido como empleo adquiere una posición central en el orden social y en la identidad de la mayoría de los hombres, a la vez que el lugar en el que trabajan se convierte en el ámbito más relevante para la integración social.

Actualmente la doctrina de las esferas separadas está puesta en cues­tión por la incorporación masiva de las mujeres al ámbito laboral, pero pervive en el mundo de las creencias y valores socialmente compartidos donde los diversos roles, aptitudes y espacios se atribuyen a hombres y a mujeres. Más que cualquier otra creencia, la asignación de los espa­cios público y doméstico a unos y a otras está íntimamente vinculada a las identidades de género, es decir, a lo que significa ser un hombre o una mujer en nuestra sociedad. En palabras de Coltrane:

Se espera que las mujeres amables y delicadas permanezcan en el hogar para cuidar a la prole y a la familia, permitiendo a los hombres valientes y agresivos aventurarse en los mundos competitivos del traba­jo, la política y la guerra (Coltrane, 1996: 25).

A pesar de la obtención del derecho al sufragio femenino y del acceso masivo de las mujeres al empleo y a la educación en las sociedades euro­peas, en el siglo XXI —considerado por Camps el siglo de las mujeres— la responsabilidad de las tareas domésticas y el cuidado continúa recayen­do en ellas y esta desigualdad en el ámbito privado constituye uno de los obstáculos fundamentales en el avance hacia una sociedad sin discrimina­ción de género.

Este camino hacia una sociedad igualitaria supone vencer los meca­nismos —muchas veces ocultos— de reproducción de la desigualdad. Para ello hay que desemascarar esas dinámicas ancladas en el viejo orden doméstico y arrojar luz sobre nuevas formas de gestionar el trabajo del hogar: prácticas que desobedecen los mandatos del género y que pueden contribuir a paliar la falta de modelos que existe en el camino hacia fami­lias, maternidades y paternidades igualitarias. Este ejercicio de decons­truir las prácticas cotidianas, de preguntarse sobre aspectos que integran «el sentido común» que rara vez se cuestiona, supone sumergirse en la compleja realidad de las personas que encarnan dichas prácticas, para lo que es fundamental algo que, en ocasiones, corremos el riesgo de olvidar en la investigación social y que no es otra cosa que escuchar a la gente y comprender su perspectiva.

 

Las páginas siguientes recogen una aproximación a la realidad par­ticular y cotidiana de las madres y padres que nos han abierto la puerta de sus hogares y nos han dejado husmear e indagar en su día a día y en sus vivencias4. Nuestra andadura comienza analizando los significados cultu­rales de la maternidad y la paternidad, y la desigual dedicación de mujeres y hombres al trabajo reproductivo, para después adentrarnos en las expli­caciones que se han ido dando a esta pauta desigual desde la Sociología y en el significado económico y político de este tipo de trabajo.

A continuación, nos aproximamos a la reproducción social desde la experiencia particular de las personas consultadas, explorando aspectos como la atribución de responsabilidades en el cuidado y la educación o las creencias y concepciones de las personas entrevistadas con relación a la maternidad y paternidad, lo que nos ha permitido elaborar una serie de modelos con relación a la maternidad y a la paternidad en parejas de doble ingreso.

Posteriormente, nos acercamos al mundo del empleo y a la concilia­ción de la vida laboral con la vida privada, una problemática social que ha adquirido una creciente relevancia en el discurso público, ocupándo­nos, entre otros aspectos, de cómo las personas consultadas se enfren­tan cotidianamente a la necesidad de compatibilizar dos mundos con­trapuestos: familia y empleo, dando voz a sus estrategias, dificultades y opiniones.

Este viaje nos ha situado ante permanencias enquistadas —y refor­mulaciones— del «viejo orden doméstico», pero también ante nuevos modelos de maternidad y paternidad que cuestionan los patrones tradi­cionales heredados. El conocimiento de estos mecanismos de re-creación de la desigualdad y de estrategias para su subversión resulta fundamen­tal para avanzar hacia una sociedad sin discriminación de género, con un horizonte abierto a la vivencia de maternidades y paternidades más igua­litarias.

4 La entrevista en profundidad nos ha permitido acercarnos a la vida cotidiana de cin­cuenta y dos personas que residen con su pareja y su prole en alguna localidad de la Comu­nidad Autónoma de Euskadi (CAE), analizado en profundidad su conducta, discurso, per­cepciones, actitudes y vivencias relacionados con el cuidado, la maternidad y la paternidad, y la forma en que concilian —o no— su vida personal

¿Qué ocurrió en Islandia? ¿Qué ha ocurrido en estos tres años para que surja, de las cenizas del desastre económico, una construcción tan extravagante?

¿Qué ocurrió en Islandia? ¿Qué ha ocurrido en estos tres años para que surja, de las cenizas del desastre económico, una construcción tan extravagante?
"La testosterona de sus banqueros y sus bravuconadas económicas hicieron caer a Islandia./ Las mujeres se han hecho cargo de la isla y han puesto en valor un concepto:sostenibilidad."

Lo que ha ocurrido es que las mujeres se han hecho cargo del país y lo han arreglado. El primer auditorio nacional de conciertos en la historia de Islandia, donde la compañía nacional de ópera representa en estos días, con el aforo completo, La Bohème de Puccini, es la encarnación del cambio que se ha vivido. Porque nos dice que Islandia no se hundió, que el país ha vuelto a levantarse; y porque la persona que decidió construirlo o, más bien (y con algo más de polémica), no interrumpir su construcción después del crash financiero, fue una mujer.

http://internacional.elpais.com/internacional/2012/03/09/actualidad/1331323885_752952.html

Abrid escuelas y se cerrarán cárceles

Abrid escuelas y se cerrarán cárceles

Frente a la política de recortes educativos e incremento de cuerpos represivos del Estado,  Concepción Arenal.

Pequeñas intuiciones para una ecología libertaria del amor libre

Pequeñas intuiciones para una ecología libertaria del amor libre

Volver a Leonor Silvestri Leonor Silvestri

http://www.mujerpalabra.net/creadoras/leonorsilvestri/pequenyasintuiciones_amorlibre.htm

I

Como atorrantas orgullosas creemos que el sexo y el amor sexual son fuerzas fundamentales, actividades con el potencial de fortalecer los vínculos, mejorar nuestras vidas, abrir la consciencia del espíritu, incluso cambiar el mundo.

Como atorrantas creemos que cada relación sexual consentida tiene el potencial, y que cada camino erótico, conscientemente elegido y seguido a consciencia, puede ser una fuerza positiva creativa en las vidas de los individuos y sus ecosistemas.

Pensamos como los filántropos acerca de su dinero: tenemos mucho amor y queremos compartirlo, porque nos hace felices compartir el sexo, hace que el mundo sea un lugar más excitante.

II

Somos aventureras y nos preguntamos ¿Acaso tener menos sexo y con menos personas es más virtuoso que tener mucho con muchas? Nuestra ética atorranta no se mide por el número de personas con las que hemos tenido sexo, sino por el respeto y el cuidado con la que las hemos tratado y nos hemos dejado tratar. Nos juzgamos a nosotras mismas por nuestros intentos (muchos fallidos) de vivir hoy de una manera más ética, menos esencial, y más libre.

III

La economía que mueve al mundo nos hace creer que no hay suficiente para todas. Nos hace creer que si algo es muy bueno —como el sexo con alguien— debo conservarlo solo para mí porque luego no habrá más. Que si comparto lo que tengo, me resto algo en mi economía individual.

Nosotras las atorrantas sabemos poco de economía, pero tenemos intuiciones. Suponemos que más sexo puede brindar más sexo, suponemos que más sexo puede brindar más conexiones, más cobertura emocional, más amistades. "Puede" viene a significar "tiene el potencial de".

Nosotras las atorrantas creemos en una economía que sea holística y ecológica, una ecología sexual colectivista, del compartir los cuerpos y los sentidos, como deseo positivo y opuesto a esta economía imperante de la hambruna de la monogamia y del miedo.

Nuestra economía se mueve por afinidades… El mundo y la vida en él tiene el potencial para que podamos construir múltiples compañías, compañeras, y acompañantes. Un bosque de fluidos palpitantes porque tenemos como trans-humanas la capacidad para que haya suficiente sexo, afinidad, apoyo mutuo, contención y nutrientes alrededor de nuestro suelo fértil que devengan relaciones afectivas relevantes.

Las relaciones afectivas y las sexuales no son balances de contabilidad: no hay debe, no hay haber, no se pasan bienes de una columna a la otra. Es solo recordar lo que sí obtenemos en la ecología de la botánica afectiva que entablamos con esos seres con quienes nos estrechamos. Recordemos lo conmovedor del encuentro afectivo entre los seres y tratemos de amar a alguien más.

IV

Vivimos en una cultura que aún hoy considera aceptable un crimen por pasión (es decir asesinar a alguien por celos), que acepta como causal de divorcio que alguien haya obtenido placer sexual fuera de un vínculo de pareja con una moral propiamente de la Inquisición. Castigamos con duras penas a quien se le haya ocurrido delinquir despertando la más mínima inseguridad o celos dentro nuestro. Abandonamos hogares, rompemos fotos, tiramos alianzas. Y esto no es algo que le pasa al pequeño-burgués solamente.

Por otra parte, por amor prometemos mentiras, mentimos situaciones, tergiversamos hechos, vivimos en el engaño, falseamos datos. Por amor y por miedo a la soledad, y al abandono y al castigo vivimos presas.

V

Pero la monogamia no es la cura ni para los celos ni para la inseguridad. ¿Quién no sintió celos de que alguien amado juegue mucho en la computadora, vea una película a solas, o hable mucho por teléfono?

La territorialidad sexual es otra norma social a la cual le oponemos la alegría del compartir y regalarnos, puro potlatch.

Sin embargo, no somos valiosas piezas de propiedad. Nuestros celos se combaten con la misma ferocidad que combatimos al Estado y todos sus aparatos represivos como el género, la familia, la escuela, las cárceles, y la policía.

VI

Las razones para tener sexo con muchas personas, hasta incluso tratar de llevar adelante muchas relaciones amorosas simultáneas, son varias:

– Hay distintos tonos y matices de intimidad.
– Hay prácticas sexuales que placen a algunas pero no a otras personas.
– Hay necesidades sexuales y físicas que no todas las personas pueden o desean llevar adelante.
– Hay deseos sexuales sin intentos amatorios o amorosos constantes.
– Hay deseos sexuales con diferentes géneros que no pueden ser subsumidos a la especificidad de un solo cuerpo.
– Hay deseos sexuales con grupos.

Por eso, ¿no es acaso no solo imposible sino también cruel demandarle a una sola persona que cumpla entonces con todo esto? Frente a esos múltiples placeres creemos en nuestro derecho a encontrar múltiples partenaires con quien entablar vínculos éticos libertarios. Otro mundo es posible.

VII

Reclamamos también nuestro derecho a ser solas y volver a ser amicae, amigas sexuales, amigas para el amor, amiga para los placeres, y para la conexión íntima y profunda del cuerpo. Y tener el potencial de ser muchas otras cosas, compañeras de lucha, de camino, de andanzas, de aventuras, de carrete…

Ser sola no es ser soltera, ni una condición temporal entre parejas, no es un periodo de sanación frente a una ruptura traumática.

Ser sola es una manera de vivir, una elección, y una forma de construirnos para no tratar de encajar mejor en la vida de nadie. Significa aprender a vivir con una misma, y disfrutarlo.

Nuestra relación y nuestra amistad con nosotras mismas es para toda la vida, hasta que decidamos que nuestro tiempo llegó o hasta que ese tiempo llegue efectivamente. Ser sola y amar no es excluyente, sino la oportunidad de construirnos íntimamente y de trabajar por nuestro propio cambio.

Vivimos en esta cultura que segrega, margina y señala a quien elige la aventura de la soledad, de la asociación libre por afinidad, de la espontaneidad. Creemos que si ser sola no fuera un estigma, la pareja no se desarrollaría como la "opción ideal", infinitamente sobrevalorada, tabla de salvación frente a la angustia, al descontento, y las neurosis del capitalismo.

Ser sola podría permitir, aunque parezca paradójico, el desarrollo de ecologías impensables hoy, inclasificables, múltiples formas de cariño, cuidados, y vinculaciones que hoy no podemos ni imaginar…

Ser solas es devenir lobos, es moverse en manada, ser cazadoras, disfrutar de la noche y de la mañana, es poder desear y amar incluso a quienes son diametralmente distintas a nosotras, con la libertad de poder disfrutarlas, evitando el gran mito de la completitud.

Ser sola es poder generar sexualidad con las amistades sin que se vuelvan vínculos posesivos donde se promete y se promete y se promete para no perder al ser amado. Es vivir, fundamentalmente vivir, en el abismo del riesgo. Es enriquecernos con conocimientos ajenos.

VIII

Las solas debemos recordar, y debemos recordarle a quienes nos aman o disfrutan de la sexualidad con nosotras que:

– Merecemos ser escuchadas y atendidas y respetadas y asistidas en nuestros sentimientos. No somos ciudadanas de segunda del afecto frente a "los grandes amores".
– Merecemos poder pedir lo que necesitamos aunque la persona a la quien le pidamos no pueda (que no es lo mismo que no quiera) dárnoslo.
– Merecemos ser honradas en nuestros acuerdos y nuestros planes.
– Merecemos que se nos cuide si estamos enfermas, que se nos quiera, que se nos atienda si tenemos una emergencia, que se nos cuide si no podemos hacerlo solas, como las amigas se atienden las unas a las otras.
– Merecemos ser incluidas y tenidas en cuenta en cualquier ecología donde nuestras amantes se encuentren. No somos un secretito sucio.
– Merecemos no ser consideradas un problema.
– Merecemos ser apreciadas y respetadas, y ser amigablemente bienvenidas.
– Merecemos no ser consideradas invulnerables.
– Merecemos ser iguales en nuestra ecología personal y en nuestro bienestar emocional a las demás personas, aunque no queramos ser la pareja de nuestras amantes, aunque nuestras amantes tengan una pareja. Una pareja (más allá de lo que creamos de ella) no debería ser nunca una jerarquía donde se asientan privilegios frente a otras personas.

Y la verdad es que todas todas todas las personas con las que decidimos involucrarnos sexual y afectivamente nos merecemos esto.

IX

Deseamos que nuestras amantes tomen juntas el desayuno, que sean amigas, que se conviertan amantes. Ese es nuestro ideal y como todo ideal, creemos que es materialmente realizable aquí y ahora.

Nuestras amantes tienen mucho en común, ¿por qué no pueden compartirse, y compartirlo? Ser amantes mutuas fortalece las posibilidades de crecer y desarrollarnos en manadas. De abandonar el binomio macho/hembra, la parejita, la monogamia que constriñe los sueños y los deseos, y animarse a la aventura de a muchas. Las redes afectivas se expanden y en algo recuerdan a nuevas formas tribales de amor y apoyo mutuo.

Si nos tratamos entre amantes como amigas, y permitimos que nuestros amores y nuestras amantes, nuestras afines y nuestros apoyos en la vida tomen la forma que la espontaneidad les dicte en vez de aquellas normas sociales que forzamos en ellas, nuestros vínculos se acrecentarán. Seremos más prosperas afectivamente. Y menos temerosas de la soledad.

No debería ser raro que entre afines nos gusten las mismas personas, o por lo menos no nos resulten amenazantes, o espeluznantes. Si acaso este fuera el caso, y la amante de mi amante me resultara un ser insoportable por razones de peso es momento de replantearse esa afinidad. Y variar.

X

La recompensa por la abolición de celos, envidias e inseguridades contra nuestras amigas-amantes y sus amigas-amantes será nuestra propia libertad sexual. Libertad sexual que encontrará su propia gimnasia y agilidad con quienes deseemos correr mucho tiempo juntas. Esas personas a las que deseamos hoy tan cerca nuestro como el primer día, con ésas estableceremos redefiniciones, resignificaciones y resemantizaciones mutantes a lo largo de nuestro tiempo de vida (Aetatis brevis tempus Satis longum ad bene vivendum est).

No nacemos grandes amantes libertarias, nos convertimos, devenimos. Y desaprender los celos, y las inseguridades es, como todo entrenamiento, una tarea dura que demanda disciplina, como toda gimnástica, o tecnología del Yo.

XI

Ni los celos ni las inseguridades son crímenes, o sucios secretos a esconder como ropa sucia. No hay por que negar que los tenemos del mismo modo que no hay por que negar que se nos ha biopoliticamente asignado a un sexo/género. Pero todo —menos la muerte— se puede des-hacer. La experiencia del dolor romántico que deviene libertad sexual y afinidad afectiva no es del orden moral: nadie puede acusarnos de "esto está bien" o "esto está mal". Más aun, aquella que sienta dolor (devenir/modificarse/mutar duele) que se trate indulgentemente. Las varas y los azotes para las prácticas consensuadas de los juegos sexuales llamados S/M, no para la gimnasia del devenir amantes libertarias.

XII

Sin embargo, quien tenga el compromiso de modificarse en lo amatorio debe mirar de frente a los dioses, osar. ¿Qué imagen es la que nos asusta más? Poder verla en toda su dimensión para alejar al fantasma. ¿Tiene un nombre? ¿Se llama soledad? ¿Belleza? ¿Juventud?

Poder invocar la imagen que concita el odio pasional, traerla y amigarse con ella —hasta, quién sabe, podríamos masturbarnos pensando en esa imagen— es nuestro deseo.

XIII

Aprendamos a disculpar, no cristianamente, sino libertariamente, nuestros desaciertos para volver a empezar. Al fin de cuentas somos solo principiantes en el mar de los sargazos.

Quizás la única manera de poder construir nuestra propia homeostasis sea cruzar los límites, desestabilizarnos. Con pequeños pasos, el dolor de la mutación puede ser mínimo: ninguna bailarina elonga en frío, ninguna elonga lo mismo al comienzo de una práctica que al estar ya mas avezada en su ejercicio.

No estamos diciendo reformismo, sino cuidados mutuos, afectividades, y afinidades. La aspiración no es la reforma, no es poder alcanzar "yo no pregunto, vos no me contás", sino poder llegar a la colectivización de nuestro propio cuerpo.

XIV

Un ejercicio: dejar de pensar psiconalíticamente: lo que no está, lo que me falta, lo que se fue a otra parte. Oponerle a ese pesimismo un deseo activo, un optimismo de la voluntad: lo que si está, lo que si viene, la energía que me envuelve.

XV

Es esforzado. Lo sabemos. Pero la monogamia lo es más y brinda mucho menos. Nuestra aspiración: emanciparse del concepto propietario sobre otros seres y sus cuerpos, y eso incluye no solo animales y ecosistemas, sino la biología de los vínculos sexuales y por afinidad. Pero somos capaces de enfrentar nuestros temores, y desaprender lo aprendido, somos capaces de administrar nuestras emociones en una ecología vital de disfrute y proliferación. Difundamos el mensaje, y repitámonoslo cuando el pánico nos quiera capturar: Somos capaces, somos potentes.

XVI

El amor es algo que también experimentamos en situaciones donde no hay otro ser humano. ¿Quién no sintió que se le cortaba el aire y tenía palpitaciones frente a la belleza del mar despejado de turistas en una playa desierta? ¿O en la cima de una montaña desde donde vemos un bosque y a la cual nos ha costado ascender? ¿O frente a un plato de comida que nosotras mismas cocinamos y nos salió bien? ¿Frente a palabras escritas y que juzgamos acertadas en un poema, una carta o un ensayo? ¿O ante la insurrección popular? ¿Acaso no sentimos gran amor ante gestos de amorosidad de extrañas y extraños? Alguien que nos indica y nos ayuda a llegar a un sitio en una ciudad que no conocemos. Alguien que nos hace compañía compartiendo su libro en un viaje. Alguien que parte su comida o comparte lo que tiene. Y en estos momentos de amor y profunda intimidad no existe desesperación, ni deseo basado en la ausencia, ni compañía que sea un remedio contra la soledad. Porque ni la soledad y el miedo que concita son buenas compañías a la hora de elegir acompañantes.

XVII

¿Y si fallamos? Fallamos. Nada pasa. Volveremos a intentar. Nuestras derrotas no nos demuestran equivocadas. Y el dolor por el fracaso amoroso duele, y cala hondo, su herida no cicatriza pronto. Pero cicatriza, y del dolor de un desenlace amoroso que no deseábamos puede resurgir una nueva amistad de otro tipo. Porque esa persona con la que nos relacionábamos de determinada manera y con quien ahora es menester relacionarse de determinada otra –excepto en casos de violencia- sigue siendo la misma persona con quien teníamos comprometido el corazón. ¿Por qué entonces dejar de quererla.

Mosuo, una sociedad dirigida por mujeres

Mosuo, una sociedad dirigida por mujeres
Beatriz Moragues
A orillas del lago Lugu, en China, habita la comunidad mosuo, un pueblo para el que no existe el matrimonio ni el concepto de paternidad.

El matriarcado de l@s mosuo

En la frontera de las provincias chinas de Sichuan y Yunnan, en un altiplano a 2700 metros sobre el nivel del mar, se encuentra el Lago Lugu, también conocido como Lago Madre.

Entre el lago y las montañas se asientan los poblados de los mosuo, una comunidad estimada en torno a los 50.000 miembros y que cuenta con más de 1600 años de existencia.

Lejos de la civilización y de otras etnias que pudieran perturban su cultura, el matriarcado mosuo, conocido como “la tierra de las mujeres”, sobrevive hasta el día de hoy.

La mujer en la cultura mosuo

La principal diferencia entre la cultura mosuo y la nuestra, se basa en que es la mujer y no el hombre la que tiene el poder tanto dentro de la familia como en la sociedad.

Para l@s mosuo, la madre es la persona más valiosa y respetable de todas. Las abuelas son las matriarcas y ostentan la titularidad de las propiedades de la familia, administran el dinero y llevan el peso de las responsabilidades diarias. L@s recién nacid@s sólo llevarán un apellido, el de la madre.

Los hombres mosuo se sienten muy satisfechos de su cultura, aceptan con agrado que vivirán siempre en casa de su madre, que educarán a los hijos de sus hermanas, que el dinero que ganarán lo administrará su progenitora y que aunque amen a una mujer nunca formarán su propio hogar.

La familia mosuo

Para l@s mosuo no hay nada más importante en el mundo que la familia. Familias muy diferentes a las nuestras, ya que los mosuo carecen de las figuras masculinas del padre y del abuelo.

La familia mosuo está formada únicamente por miembros que tengan entre sí un lazo directo de sangre, y conviven juntos toda la vida a menos que alguna mujer de la familia se convierta en matriarca y forme su propio hogar.

La matriarca de la familia es elegida por los miembros del clan, siendo respetada toda la vida por sus descendientes y todo su entorno.

Los hogares mosuo llegan a acoger hasta a tres generaciones de mujeres. Junto a la matriarca viven sus hijas e hijos, sus hermanas y hermanos, los hijos e hijas de sus hermanas y todos sus nietos. Los hijos varones siempre vivirán en el hogar familiar.

Características sociales del matriarcado mosuo

  • Los mosuo tienen su propia religión, cultura y música
  • El evento más importante en la vida de los mosuo es cuando alcanzan la mayoría de edad a los 13 años. Hombres y mujeres entran en su etapa adulta a través de una ceremonia. Las niñas pasan a ser mujeres y a disponer de un dormitorio privado donde recibir a sus amantes.
  • Las relaciones afectivas hombre-mujer son libres y sin compromiso. No existe el matrimonio
  • El único vinculo entre dos personas que se aman se denomina “matrimonio ambulante”. Nunca formarán su propio hogar y cada uno seguirá viviendo con su familia de origen.
  • La ausencia de un matrimonio convencional garantiza estabilidad a la mujer y a los niños, en caso de que el “matrimonio ambulante” termine. Nunca hay por tanto mujeres y niños abandonados porque siempre formarán parte del hogar al que han pertenecido.
  • Están prohibidas las relaciones incestuosas y hablar abiertamente de sexualidad.
  • El padre no tiene la responsabilidad de criar a un hijo, aunque puede ayudar. El rol de padre lo ejercerán los hermanos de la madre.
  • Entre los mosuo es aceptada la promiscuidad, tanto en los hombres como en las mujeres.
  • Palabras como padre, abuelo, celos, guerra, prostitución, asesinato o violación no existen en el idioma mosuo, por no darse en su cultura.

El futuro del matriarcado mosuo

El pueblo mosuo destaca por su hospitalidad, su solidaridad y por su carácter tranquilo. Pero desde que el gobierno chino convirtiera el lago Lugu en destino turístico, existe el riesgo de que su cultura se pierda y con ella uno de los últimos matriarcados que permanece inalterable al paso del tiempo.

 

http://beatrizmoragues.suite101.net/los-mosuo-una-sociedad-dirigida-por-mujeres-a63645

Silvia Gil "Nuevos Feminismos"

La mujer y la noche: los espacios que nos negamos.

La mujer y la noche: los espacios que nos negamos.

"Creo que me cuesta ser consciente de los espacios que me niego. Lo tengo tan asimilado (por ejemplo pasear por la playa de noche sola) que me resulta dificil mencionarlo aquí. Recuerdo que Simone de Beauvoir comentaba que para ser un artista como Van Gogh o cualquier otro hombre y artista, las mujeres deberíamos tener la libertad de movimiento que los hombres han tenido, la libertad de moverse y perderse por las calles me refiero. Me parece que en muchos casos, esta limitación está incrustada en nuestro ‘estar en la vida’ Una especie de miedo atávico transmitido de abuelas a madres y a hijas, algo que en mi fuero interno lo denomino como "el síndrome de Caperucita Roja" Creo que para una mujer cobarde, como yo, esta limitación ha sido muy frustrante y dolorosa"

Mariasun Landa, escritora.
Teresa del Valle, antropóloga, explica que en realidad el miedo femenino a trasegar ciertos espacios no deviene de la configuración de éstos sino de su profunda instalación a través de mecanismos socializadores en la mujer desde la misma infancia. La noche se constituye a sí misma como tiempo y lugar del peligro, que se acrecienta en los espacios públicos donde se “desvanece la identidad personal para pasar a ser un mero objeto de agresión”. Desde ese punto de vista las mujeres son los transeúntes anónimos más expuestos a la intemperie en todo el sentido de la palabra, intemperie donde los otros, los hombres, se constituyen en los potenciales agresores.
En el libro "Perspectivas feministas desde la antropología social" explica: 
"Se trata de espacios que tienen que ver con recorridos y puntos de encuentro como son los caminos y los cruces. Están en el exterior y abiertos a que transiten cualquier tipo de personas y a cualquier hora del día. Pero se trata del espacio solitario en momentos de oscuridad sobre los que se ciernen imágenes de amenazas que nos hacen acelerar la marcha y agudizar los sentidos, y se da una condensación de miedos sobre los que actúa la imaginación con imágenes de relatos anteriores oídos en distintos momentos de la vida: unos como parte de narraciones infantiles, otros asociados a casos que se mencionan con frecuencia, y mediante los comentarios que hace la gente (hombres y mujeres) en una comunidad respecto a los lugares que se consideran seguros o inseguros para niñas y niños.

http://unaantropologaenlaluna.blogspot.com/2011/09/la-mujer-y-la-noche-los-espacios-que.html

Mujeres filipinas recurren a huelga de sexo y logran la paz entre dos aldeas

El sexo como un efectivo pacificador: las mujeres de dos aldeas que estaban en conflicto decidieron instaurar una huelga de sexo hasta que sus respectivos maridos hicieran las paces y su estrategia funcionó.

Desde 2008, varias aldeas en Filipinas entraron en un violento conflicto, el cual obligó a desplazarse a cerca de cien mil personas. Eventualmente la riña fue cediendo, pero el conflicto renació en dos aldeas. El enfrentamiento entre estos dos pequeños poblados motivó el cierre de un camino que frenaba la ruta comercial de miles de habitantes, así que la pugna tenía repercusiones regionales.

Ante esta situación, y luego de que los hombres involucrados desoyeran las peticiones de sus mujeres para dar fin al enfrentamiento, la población femenil decidió recurrir a una infalible estrategia: las mujeres ambas aldeas acordaron instaurar una huelga de sexo hasta que sus maridos decidiesen acordar el término del conflicto. Obviamente todos sabemos que esta historia tiene un final feliz, ya que la paz fue rápidamente acordada y seguramente los hombres fueron premiados por sus pacificas mujeres.

Es curioso como, si bien el sexo y la violencia comparten la misma región del cerebro al activarse ya sea el deseo sexual o un impulso violento, en esta ocasión las mujeres filipinas lograron hackear esta naturaleza neuroviolenta de la actividad sexual y la utilizaron como un eficiente instrumento de paz.

http://pijamasurf.com/2011/09/mujeres-filipinas-recurren-a-huelga-de-sexo-y-logran-la-paz-entre-dos-aldeas/

reflexiones

¿La píldora del día después ya es un aborto? Entonces me surgen algunas dudas desde el ámbito Jurídico:- La paja: Es homicidio premeditado?- El sexo oral: Es canibalismo?- Podemos considerar el coito interruptus como abandono de menor?...- Y q decir del preservativo? será homicidio por asfixia mecánica?- Y el sexo anal? Es mandar al futuro hijo a la mierda?........Copia esto en tu muro para que lxs ultra católicos se preocupen mas por los curas pederastas y menos por lo que hacen lxs demás.

Emi Farias (Red nosotras en el mundo, Córdoba- Argentina)

Acoso Sexual Callejero

Qué es feminismo, qué no es feminismo

Qué es feminismo, qué no es feminismo

DESPUES DEL FEMINISMO

DESPUES DEL FEMINISMO
DESPUES DEL FEMINISMO
BEATRIZ PRECIADO es filósofa española y una de las principales referentes de la teoría queer o postfeminista. Es autora del influyente texto "Manifiesto Contrasexual" editado el año 2000. Replicamos aquí un artículo de su autoría publicado recientemente el diario El País.

Por Beatriz Preciado

http://www.lasotrasfamilias.cl/articulos/4sep07.htm

En los últimos años han surgido una serie de autoras que sostienen que el objetivo del nuevo feminismo debe ir más allá de conseguir la igualdad legal de la mujer blanca, occidental, heterosexual y de clase media. Para ellas, se trata de atender a mujeres tradicionalmente dejadas al margen y de combatir las causas que producen las diferencias de clase, raza y género.

Mientras la retórica de la violencia de género infiltra los medios de comunicación invitándonos a seguir imaginando el feminismo como un discurso político articulado en torno a la oposición dialéctica entre los hombres (del lado de la dominación) y las mujeres (del lado de las víctimas), el feminismo contemporáneo, sin duda uno de los dominios teóricos y prácticos sometidos a mayor transformación y crítica reflexiva desde los años setenta, no deja de inventar imaginarios políticos y de crear estrategias de acción que ponen en cuestión aquello que parece más obvio: que el sujeto político del feminismo sean las mujeres. Es decir, las mujeres entendidas como una realidad biológica predefinida, pero, sobre todo, las mujeres como deben ser, blancas, heterosexuales, sumisas y de clase media. Emergen de este cuestionamiento nuevos feminismos de multitudes, feminismos para los monstruos, proyectos de transformación colectiva para el siglo XXI.

Estos feminismos disidentes se hacen visibles a partir de los años ochenta cuando, en sucesivas oleadas críticas, los sujetos excluidos por el feminismo biempensante comienzan a criticar los procesos de purificación y la represión de sus proyectos revolucionarios que han conducido hasta un feminismo gris, normativo y puritano que ve en las diferencias culturales, sexuales o políticas amenazas a su ideal heterosexual y eurocéntrico de mujer. Se trata de lo que podríamos llamar con la lúcida expresión de Virginie Despentes el despertar crítico del "proletariado del feminismo", cuyos malos sujetos son las putas, las lesbianas, las violadas, las marimachos, los y las transexuales, las mujeres que no son blancas, las musulmanas... en definitiva, casi todos nosotros.

Esta transformación del feminismo se llevará a cabo a través de sucesivos descentramientos del sujeto mujer que de manera transversal y simultánea cuestionarán el carácter natural y universal de la condición femenina. El primero de estos desplazamientos vendrá de la mano de teóricos gays y teóricas lesbianas como Michel Foucault, Monique Wittig, Michael Warner o Adrienne Rich que definirán la heterosexualidad como un régimen político y un dispositivo de control que produce la diferencia entre los hombres y las mujeres, y transforma la resistencia a la normalización en patología. Judith Butler y Judith Halberstam insistirán en los procesos de significación cultural y de estilización del cuerpo a través de los que se normalizan las diferencias entre los géneros, mientras que Donna Haraway y Anne Fausto-Sterling pondrán en cuestión la existencia de dos sexos como realidades biológicas independientemente de los procesos científico-técnicos de construcción de la representación. Por otra parte, junto con los procesos de emancipación de los negros en Estados Unidos y de descolonización del llamado Tercer Mundo, se alzarán las voces de crítica de los presupuestos racistas del feminismo blanco y colonial. De la mano de Angela Davis, bell hooks, Gloria Anzaldua o Gayatri Spivak se harán visibles los proyectos del feminismo negro, poscolonial, musulmán o de la diáspora que obligará a pensar el género en su relación constitutiva con las diferencias geopolíticas de raza, de clase, de migración y de tráfico humano.

Uno de los desplazamientos más productivos surgirá precisamente de aquellos ámbitos que se habían pensado hasta ahora como bajos fondos de la victimización femenina y de los que el feminismo no esperaba o no quería esperar un discurso crítico. Se trata de las trabajadoras sexuales, las actrices porno y los insumisos sexuales. Buena parte de este movimiento se estructura discursiva y políticamente en torno a los debates del feminismo contra la pornografía que comienza en Estados Unidos en los años ochenta y que se conoce con el nombre de "guerras feministas del sexo". Catharine Mackinnon y Andrea Dworkin, portavoces de un feminismo antisexo, van a utilizar la pornografía como modelo para explicar la opresión política y sexual de las mujeres. Bajo el eslogan de Robin Morgan "la pornografía es la teoría, la violación la práctica", condenan la representación de la sexualidad femenina llevada a cabo por los medios de comunicación como una forma de promoción de la violencia de género, de la sumisión sexual y política de las mujeres y abogan por la abolición total de la pornografía y la prostitución. En 1981, Ellen Willis, una de las pioneras de la crítica feminista de rock en Estados Unidos, será la primera en intervenir en este debate para criticar la complicidad de este feminismo abolicionista con las estructuras patriarcales que reprimen y controlan el cuerpo de las mujeres en la sociedad heterosexual. Para Willis, las feministas abolicionistas devuelven al Estado el poder de regular la representación de la sexualidad, concediendo doble poder a una institución ancestral de origen patriarcal. Los resultados perversos del movimiento antipornografía se pusieron de manifiesto en Canadá, donde al aplicarse medidas de control de la representación de la sexualidad siguiendo criterios feministas, las primeras películas y publicaciones censuradas fueron las procedentes de sexualidades minoritarias, especialmente las representaciones lesbianas (por la presencia de dildos) y las lesbianas sadomasoquistas (que la comisión estatal consideraba vejatorias para las mujeres), mientras que las representaciones estereotipadas de la mujer en el porno heterosexual no resultaron censuradas.

Frente a este feminismo estatal , el movimiento posporno afirma que el Estado no puede protegernos de la pornografía, ante todo porque la descodificación de la representación es siempre un trabajo semiótico abierto del que no hay que prevenirse sino al que hay que atacarse con reflexión, discurso crítico y acción política. Willis será la primera en denominar feminismo "prosexo" a este movimiento sexopolítico que hace del cuerpo y el placer de las mujeres plataformas políticas de resistencia al control y la normalización de la sexualidad. Paralelamente, la prostituta californiana Scarlot Harlot utilizará por primera vez la expresión "trabajo sexual" para entender la prostitución, reivindicando la profesionalización y la igualdad de derechos de las putas en el mercado de trabajo. Pronto, a Willis y Harlot se unirán las prostitturas de San Francisco (reunidas en el movimiento COYOTE, creado por la prostituta Margo Saint James), de Nueva York (PONY, Prostitutas de Nueva York, en el que trabaja Annie Sprinkle), así como del grupo activista de lucha contra el sida ACT UP, pero también las activistas radicales lesbianas y practicantes de sadomasoquismo (Lesbian Avangers, SAMOIS...). En España y Francia, a partir de los noventa, los movimientos de trabajadoras sexuales Hetaria (Madrid), Cabiria (Lyon) y LICIT (Barcelona), de la mano de las activistas de fondo como Cristina Garaizabal, Empar Pineda, Dolores Juliano o Raquel Osborne formarán un bloque europeo por la defensa de los derechos de las trabajadoras sexuales. En términos de disidencia sexual, nuestro equivalente local, efímero pero contundente, fueron las lesbianas del movimiento LSD con base en Madrid, que publican durante los noventa una revista del mismo nombre en la que aparecen, por primera vez, representaciones de porno lesbiano (no de dos heterosexuales que sacan la lengua para excitar a los machitos, sino de auténticos bollos del barrio de Lavapiés). Entre los continuadores de este movimiento en España estarían grupos artísticos y políticos como Las Orgia (Valencia) o Corpus Deleicti (Barcelona), así como los grupos transexuales y transgénero de Andalucía, Madrid o Cataluña.

Estamos aquí frente a un feminismo lúdico y reflexivo que escapa del ámbito universitario para encontrar en la producción audiovisual, literaria o performativa sus espacios de acción. A través de las películas de porno feminista kitsch de Annie Sprinkle, de las docuficciones de Monika Treut, de la literatura de Virginie Despentes o Dorothy Allison, de los comics lésbicos de Alison Bechdel, de las fotografías de Del LaGrace Volcano o de Kael TBlock, de los conciertos salvajes del grupo de punk lesbiano de Tribe8, de las predicaciones neogóticas de Lydia Lunch, o de los pornos transgénero de ciencia-ficción de Shue-Lea Cheang se crea una estética feminista posporno hecha de un tráfico de signos y artefactos culturales y de la resignificación crítica de códigos normativos que el feminismo tradicional consideraba como impropios de la feminidad. Algunas de las referencias de este discurso estético y político son las películas de terror, la literatura gótica, los dildos, los vampiros y los monstruos, las películas porno, los manga, las diosas paganas, los ciborgs, la música punk, la performance en espacio público como útil de intervención política, el sexo con las máquinas, iconos anarco-femeninos como las Riot Girl o la cantante Peaches, parodias lesbianas ultrasexo de la masculinidad como las versiones drag king de Scarface o ídolos transexuales como Brandon Teena o Hans Scheirl, el sexo crudo y el género cocido.

Este nuevo feminismo posporno, punk y transcultural nos enseña que la mejor protección contra la violencia de género no es la prohibición de la prostitución sino la toma del poder económico y político de las mujeres y de las minorías migrantes. Del mismo modo, el mejor antídoto contra la pornografía dominante no es la censura, sino la producción de representaciones alternativas de la sexualidad, hechas desde miradas divergentes de la mirada normativa. Así, el objetivo de estos proyectos feministas no sería tanto liberar a las mujeres o conseguir su igualdad legal como desmantelar los dispositivos políticos que producen las diferencias de clase, de raza, de género y de sexualidad haciendo así del feminismo una plataforma artística y política de invención de un futuro común.

Chromophobia

Raoul Servais,1966.

De lo visible y lo invisible: Ver el bosque y ver el árbol

De lo visible y lo invisible: Ver el bosque y ver el árbol

 

Sara Rosenberg

Ver el árbol y no ver el bosque es peligroso. Nos roban, no explican cómo roban sino que hablan de primes y subprimes, de crisis y abruptos movimientos de bolsa, de ingeniería financiera, de cesación de pagos, etc. etc. Por fin nos convencen de que no podemos hacer nada frente al robo, nos explican cómo y cuanto se debe, se dan nombres de imputados que continúan teniendo la misma cuota de poder que su clase les ha otorgado, nos proponen que votemos –esa retórica del abuso amplificada por los medios- para que el verdugo siga operando, y desarrollamos poco a poco el síntoma que el estado - gerente de las grandes corporaciones y los bancos- necesita: ver el árbol pero no el bosque.

Se agitan los espantapájaros, el discurso monocorde enferma la razón, y en un bucle perfecto se desvía la atención de los esencial: para que el imperio pueda seguir concentrando la riqueza en pocas manos, es necesario que la mitad o más de la población de este planeta desaparezca. Si, suena a ciencia ficción, pero está sucediendo delante de nuestras narices que no ven el bosque porque están ocupadas escuchando ese discurso monocorde que impide imaginar que fuera de ese círculo infernal hay otras alternativas. Alternativas que se están desarrollando en otros lugares del planeta, otros conceptos, otra forma de plantearse la vida, la política, la distribución de la riqueza y la defensa de los derechos sociales.

No hay modelos únicos ni perfectos, pero si hay experiencias que es posible conocer, estudiar y comprender. Es el bosque que nos impiden ver, y que debemos empezar a descubrir, porque vivimos en un sistema internacional complejo, donde ese famoso “estado del bienestar” que intentaron vendernos hace aguas –siempre hizo aguas- y depende de la explotación imperialista de los otros pueblos del mundo y de la ingeniería de la guerra.

Los medios de comunicación de Europa y Estados Unidos se han encargado de tergiversar estas experiencias, de sabotearlas, de impedir que las conozcamos a fondo. Han intervenido y financiado intentos de golpes de estado –el caso Venezuela- han sostenido el criminal bloqueo económico y los sabotajes terroristas –el caso Cuba- no han escatimado en intentos de subvertir la legalidad democrática- el caso Bolivia y de Ecuador- son sólo ejemplos recientes en América, por no hablar de la sangrienta guerra contra el pueblo libio. Invaden, masacran, destruyen y roban los fondos de un país soberano para dárselos a un grupo de mercenarios previamente armado por el imperio para garantizarse el robo completo. Lo llaman lucha por la democracia. Sinceramente espero que sean derrotados, que Libia sea otro Vietnam. Y que los libios puedan decidir soberanamente su destino y juzgar el crimen que ahora mismo se está cometiendo. Y España está involucrada en está guerra, con bases militares, dinero y tropas, esos si sin ningún recorte. Los recortes de salario, jubilación, salud y educación son para nosotros, que sostenemos esas guerras con nuestros impuestos, como sostenemos un viaje del papa con nuestros impuestos. ¿No hay algo de síndrome de Estocolmo en esto? ¿O acaso creemos que queda algún resquicio posible dentro del sistema –letal-capitalista?

Ver cómo hemos sido y seguimos siendo explotados y privados de los derechos sociales que se conquistaron después de muchas luchas, no es difícil. Lo estamos viviendo en carne propia. Ayer sin más y sin aviso previo, el transporte público en Madrid ha subido de precio. Hace dos días el tribunal constitucional ha votado que los desahucios y la usura bancaria son legales. Hay que llamar rápido a elecciones para poder exprimir un poco más las tuercas. Estados Unidos es un ejemplo claro, mientras la estafa asciende a 16 billones de dólares para sostener al partido financiero-guerrero, Obama llama al pueblo “a presionar a sus diputados”, para que voten la ley de recortes sociales más atroz, o habrá “cesación de pagos”, es decir que después de que han sido robados por los bancos y las corporaciones, las víctimas piden seguir siendo torturadas en función de que el cuco de la cesación de pagos sale de la caja. ¿Es un robo consensuado por el pueblo americano con sus cuarenta y tres millones de pobres o es el resultado de la aplicación constante y metódica de la enfermedad mental conocida como sindrome de Estocolmo? Hay un momento en que la víctima no puede ya verse a sí misma, no ve sus posibilidades y ni siquiera es capaz de imaginar o recordar que tiene derechos, delega entonces en su torturador su propia voluntad y cumple con el mandato del verdugo. Es una técnica antigua. Romper la capacidad de ver y de verse, romper la capacidad de memoria y de conciencia de si mismo y darle la razón a quien abusa, hasta identificarse con ese abuso.

No pretendo ser ni hacer un análisis psicológico, pero este tema me ronda y me permite explicar o al menos comprender cómo han trabajado nuestra conciencia, día tras día. Y cómo desde mayo las movilizaciones populares son un gran síntoma de salud y un gran triunfo contra los señores de la muerte.

Recuerdo ahora largas y tediosas discusiones en las que cada vez que se hablaba de Cuba, (y después de Venezuela y de Bolivia) alguien nombraba la pobreza y una tenía que empezar por el a-b-c , a explicar lo que significa el bloqueo de Estados Unidos, la persecución constante, el sabotaje, la condena a no poder vender ni comerciar libremente con otros países, y hasta explicaba que los errores también existen, tal como se explicó en el último congreso del partido. Sin embargo, los medios no han cesado de mentir y bombardear con falsas noticias sobre todos aquellos gobiernos y pueblos que intentan con más o menos suerte librarse del saqueo y del miedo, pueblos que resisten y construyen nuevas formas sociales más justas y más solidarias.

Hasta se podría pensar con cierto optimismo que el síndrome de Estocolmo que se padece en Europa y en los Estados Unidos, en América Latina ha sido superado. Por eso los medios tienen que evitar que se conozca y se comprenda que hay caminos de lucha y resistencia que son capaces de decir no al imperio. No a sus políticas de saqueo y tortura constantes, que además buscan ser consensuadas a través de la identificación con el verdugo. Y aquí si hay mucho por analizar. Determinar cuáles son nuestros derechos, reconocerlos y ejercitarlos pone en cuestión la identidad misma del sistema. Lo hace terreno, lo hace visible, lo acota temporalmente, permite visualizar sus fallos y sus grietas, permite comprender que el sistema democrático actual ha sido sólo útil para el abuso, porque si bien votamos, desconocemos y no podemos jamás controlar a quienes nos representan. Por eso no nos representan. Nos necesitan para decir que hay un sistema democrático mientras votan leyes contra el pueblo y exportan guerras que no hemos votado. Pero pervive en nosotros una delgada conciencia “Estocolmo”, nos identificamos con las instituciones como si fueran sagradas, pensamos que más allá habita el caos, no preguntamos por las leyes que podrían ampararnos, pagamos religiosamente intereses abusivos cuando la vivienda es un derecho constitucional, aceptamos que decidan por nosotros sobre nuestra salud y nuestra educación, y sobre todo, como las víctimas de los secuestros con sídrome de Estocolmo, no tenemos la distancia ni los medios para separar nuestra visión –nuestros intereses- de la visión del sistema –sus intereses- y no sabemos cómo dotarnos de un instrumento donde la víctima pueda ser oída y visibilizada.

Mayo es un punto de inflexión en este sentido. Nos hemos dejado oír, estamos empezando a separarnos y a visualizar cómo los bancos y las corporaciones han ido construyendo una maraña de leyes en nombre de la democracia para atarnos y explotar mejor. Mayo indica una dirección clara, porque hemos empezado a reconocer que el estado puede ser investigado, puede ser reformulado, puede ser controlado por la ciudadanía. Podemos dotarnos de otras leyes, podemos hacer cumplir otra justicia. En este momento se discute cómo hacer que nuestra voz adquiera un valor de representación aún dentro de este sistema. Cómo detener el abuso de los bancos. Y allí aparecen algunas experiencias constituyentes y algunas variables que es necesario tener en cuenta. Porque si no lo hacemos y no nos organizamos para hacernos oír y para que nuestro peso de masas se transforme en peso político concreto, tenemos asegurada la sordera y la represión como única salida de defensa de la injusticia.

Hemos roto con el viejo síndrome de Estocolmo, ya no somos víctimas secuestradas por el poder e identificadas con él. Ahora es preciso que el poder del estado sea puesto en cuestión. Y no valen los árboles que tapan el bosque : partidos, instituciones sacrosantas, vastas oscuridades burocráticas que nos hacen pensar que no es posible hacer oír nuestras exigencias . Y menos aún hacerlas cumplir. Todo depende de nosotros y nosotras, de la cantidad, pero también de la calidad de nuestras propuestas, del filo y el sentido aún dentro del estado burgués. De la navegación en sus propias contradicciones. Porque no estamos en el momento de la toma de ningún palacio de invierno, sino al comienzo de un largo procesos organizativo y formativo. “Vamos lento, porque vamos lejos”.

Me sorprendió mucho en Bolivia encontrarme –además de la inmensa red de movimientos sociales que confluyen en el gobierno- con una propuesta que merece la pena conocer: el gobierno de Evo Morales propone que así como el poder ejecutivo y legislativo son elegidos por sufragio universal, también el poder judicial debe ser elegido por voto directo y universal.

¿Qué pasaría en España si se propusiera una idea como esta? O seguiremos esperando que el tribunal constitucional y el poder judicial sigan estando en manos vitalicias que siempre han representado los intereses de clase de la oligarquía, y que no han hecho más que destruir la democracia que tanto postulan.

¿Es posible que un consejo de ciudadanos, una mayoría llamada como queramos llamarla, haga cumplir un programa? ¿Y es posible que todo representante- rotativo y sin goce de sueldo- deba rendir cuentas de su trabajo frente a la asamblea?

En este sentido se ha empezado a trabajar en las asambleas de barrio. Se analiza cómo hacer viable una reforma constitucional que implique también una reforma de la ley de partidos, entre muchas otras leyes nunca votadas por la sociedad civil. Porque no podemos olvidar que la constitución de 1978 “también es producto de un Parlamento surgido de unas elecciones poco democráticas –las del 15 de junio de 1977- con formaciones políticas todavía ilegalizadas , que ha trabajado con secretismo desde sus orígenes, fomentando la desinformación y la despolitización en la calle…El 6 de diciembre de 1978 vota en referéndum sobre la Constitución un 66.96 por 100 de los ciudadanos censados. La mayoría “si”. Y el texto se aprueba. Un dato significativo y que no se suele recordar es que sólo el 30 por 100 de los vascos vota a favor. El otro 70 por 100 del censo se reparte en Euskadi entre el “no” y la abstención, que es superior al 55 por 100. Con esta Constitución se apuntala una monarquía surgida de la voluntad del dictador y se atribuye al ejército el papel de garante del orden constitucional. Además se propicia la continuidad de los privilegios de la Iglesia Católica…” (“La iglesia en España”. Alfredo Grimaldos)

En este momento en las asambleas se ha consensuado un documento que básicamente expresa que no nos oponemos a la visita del papa sino a la financiación de esa visita con dinero público. Y aquí estamos otra vez viendo el árbol y olvidando el bosque, porque el poder de la iglesia en el estado es inmenso y es histórico y político. Porque el estado es confesional, hay acuerdos con la Santa sede, se enseña y se fomenta la educación religiosa, la iglesia vende propiedades e ingresa en la burbuja inmobiliaria a través de grandes operaciones financieras, en muchos países ya está acusada –como institución- de ocultar y sostener la pedofilia, se ha opuesto a todos los avances sociales, divorcio, aborto, leyes de igualdad sexual, etc. etc. La iglesia –la institución- es un poder político y confundir esto con el derecho de creer o no creer en dios, es un error. Sería muy largo enumerar los desmanes eclesiásticos y hasta terminaríamos hablando del juicio a Galileo y a Copérnico, entre infinitas quemas y olor a chamusquina cada vez que la razón o la ciencia intentaron abrirse paso. Por no nombrar a los cincuenta y cinco millones de indígenas americanos masacrados en nombre de la cruz y la espada.

Y si algo es posible hacer hoy, cuando las calles han sido tomadas y seguirán siendo tomadas para reclamar justicia y libertad, es ser capaces de articular y unir el árbol con el bosque, es decir relacionar los temas que tratamos con la historia, la economía y la política de manera cada vez más profunda, creando el necesario bosque que articula las reivindicaciones inmediatas (no a la visita del papa, no a la privatización del agua, derecho a la educación, la salud, el espacio, la vivienda, etc. etc. ) con la transformación del sistema capitalista en otro sistema. Ese es el reto, relacionar una cosa con otra, entender que nuestro derechos no se pueden rebajar ni negociar porque volveremos a caer en el engaño que tan bien supieron forjar para aquietarnos mientras nos robaban todo, mientras mirábamos encandilados el famélico arbolillo del “estado del bienestar”.

Después de haber superado el síndrome de Estocolmo, es posible ver con claridad la verdadera dimensión y las grietas del sistema imperial, que ha empezado a caerse a pedazos. Ellos sólo tienen el arma de la represión, nosotros tenemos todo por hacer y nada por perder en la medida en que seamos capaces de no dejarnos confundir por el árbol y hacer crecer nuestro propio bosque.

Por el inmediato cese del fuego y la criminal guerra contra el pueblo libio. No a la Otan.

Por la soberanía inalienable de todos los pueblos del mundo.

Fuente: El Insurgente

http://www.insurgente.org/index.php?option=com_content&view=article&id=8203:de-lo-visible-y-lo-invisible-ver-el-bosque-y-ver-el-arbol&catid=139:estado-espanol&Itemid=557


LOS ESCALOFRIANTES DATOS DE LA IGLESIA CATOLICA

LOS ESCALOFRIANTES DATOS DE LA IGLESIA CATOLICA

Ante el fervor “popular” que recorre Madrid con motivo de la llegada del Papa, hoy y gracias a un artículo que se publicó hace tiempo en prensa les vengo a refrescar la memoria y a darles unos bonitos datos acerca de esa Iglesia Católica que va a hacer un ejercicio de autobombo con motivo de la JMJ. Les prometo que todos y cada uno de los datos han sido contrastados:

-Sólo en USA, la Iglesia Católica ha dejado más de 100.000 victimas de abuso sexual. Más de 100.000 menores violados por sacerdotes y más de 10.000 casos en tribunales.

-Juzgados o pendientes de juicio en USA por ABUSOS CONSUMADOS a menores de edad: 4.392 curas.

-Inglaterra: El líder de la Iglesia católica autorizó que el pedófilo Michael Hill trabajara como obispo. En 1997 fue encarcelado por abusar de nueve niños durante 20 años.

-Australia: 107 sacerdotes católicos condenados en firme por pederastia. Más de 1.000 víctimas.

-Bégica: 13 víctimas de violaciones por parte de sacerdotes se suicidan. 475 denuncias de violaciones.

-España: el cura Jose Angel Aguirre detenido con detenido con más de 400 horas de vídeos que mostraban escenas de pederastia. Además se filmó violando a 15 menores de edad. El caso está siendo juzgado.

-Holanda: La congregación de los Salesiones está siendo investigada por violanciones a menores durante más de dos décadas. El número de víctimas crece alarmantemente.

-Estados Unidos: The New York Times revela con DOCUMENTOS OFICIALES que el Papa (ese al que vamos a recibir ahora) ayudó a encubrir a un sacerdote que durante años violó a 200 menores de edad con discapacidad auditiva. Los hechos ESTÁN PROBADOS. El violador nunca fue castigado, el Papa Ratzinger decidió no llevarle ante la justicia porque ya era anciano.

-Alemania: Vejaciones de cuatro educadores durante 15 años a miembros del coro de voces blancas que dirigió Georg Ratzinger, hermano del Papa.

-Austria: Solo en la primera mitad de 2010, más de 30 denuncias en comisaria de violaciones a menores por parte de religiosos.

-Irlanda: Cientos de niños huérfanos violados por sacerdotes durante décadas. El número de victimas es tan grande que la investigación sigue su curso.

Y ahora, después de leer esto… ¿es decente que la Iglesia Católica celebre esto con la colaboración de nuestros políticos?

FUENTE: La columna de Abel Arana

Contra el Vaticano placer clitoriano

la revolución será feminista o no será

Acción en la calle de la comisión Género de Democracia Real Ya Buenos Aires.

Entrevista a Esther Vivas

Entrevista a Esther Vivas sobre las alternativas a la crisis actual, ser "antisistema" hoy, las causas de la crisis alimentaria, la especulación financiera con las materias primas, las respuestas desde los movimientos sociales y el papel de la mujer como motor de cambio. En La 2, 29 de marzo del 2011.

http://youtu.be/qsptDDu4ipc

Ana Cuevas Pascual: Golpe a golpe

Ana Cuevas Pascual: Golpe a golpe

Foto de Primo

Siempre he tratado de educar a mis hijos para que fueran felices y aprendieran a pensar con el corazón. Puede parecer un plan poco ambicioso que además les conduzca a tener un futuro incierto. Seguramente sería más práctico haberles inculcado otros valores en auge como la competitividad  o la importancia de la apariencia para medrar convenientemente en sociedad. O aconsejarles que opositaran para conseguir un empleo estable a cargo del estado. Como policía, por ejemplo. Pero mi instinto lobuno se inclinó por criar seres humanos libres, respetuosos y solidarios con el prójimo.

Actualmente, ellos son mis mejores instructores en cuestiones de compromiso y coherencia. Por eso, con un criterio equivocado o no, uno de ellos formaba parte de los jóvenes que se resistieron pacíficamente, sentados en la puerta y sin ejercer ningún tipo de violencia, al desalojo del edificio ocupado en la calle Lagasca de Zaragoza. "El Paraguas", que se constituyó como sede del 15-M en la ciudad, puso el dedo en la llaga. Con la propiedad privada hemos topado.Y mucho más si la propiedad es de un banco como La Caixa.

De nada ha servido que el edificio llevara lustros abandonado y que l@s muchach@s lo hayan saneado y desratizado. Ni que su pretensión al ocuparlo fuera la de acomodar las viviendas para que se destinaran a realojar familias desahuciadas a cambio de una renta baja de alquiler.

La imagen que se quiere dar de ell@s es la de anti-sistema inadaptad@s que se adueñan de algo que no es suyo.

En realidad, piensan y actúan con un alto criterio de justicia social. Son más valientes y consecuentes que nosotr@s, aun cuando se equivocan, y asumen las consecuencias.

Por eso, cuando fuí a buscar a mi hijo al hospital donde le mandó la actuación policial y vi las marcas de los golpes que había recibido no sentí ira. Al contrario, una oleada de orgullo me recorrió al topar con su sonrisa amable destinada a tranquilizarme. 

Los golpes no pudieron quebrarle la dulzura ni la determinación. Tampoco han hecho mella en su naturaleza no violenta ni en la intuición de que cambiar la realidad que nos ofende debe hacerse por la vía de la paz.

Yo hubiera deseado que el camino de mis hijos estuviera sembrado de abrazos pero no puedo protegerles de todos los palos y emboscadas que les prepara la vida.  Episodios como éste, en los que golpe a golpe tratarán de arrebatarles la esperanza. Pero cuando miro dentro de sus ojos, veo el nuevo mundo que ya se está fraguando a pesar de toda la brutalidad con la que quieren someterlo. Y me siento feliz.

 

http://kuentoschinos.blogia.com/2011/070101-golpe-a-golpe.php